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Reservas internacionales y soberanía monetaria en tiempos de reconfiguración sistémica

Nota: Las opiniones expresadas en este texto son de exclusiva responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente la posición de este sitio web.


Bitcoin, ouro e dólar.
Bitcoin, oro y dólar. (Imagen: Shutterstock)

En 2025, el oro y el Bitcoin alcanzaron los precios más altos jamás registrados: el metal superó los 4.000 dólares por onza troy y la criptomoneda sobrepasó los 125.000 dólares por unidad. Aunque estos movimientos de valorización fueron presentados como expresiones de euforia en los mercados financieros, sus consecuencias más relevantes ocurrieron en el ámbito de la política monetaria internacional. Los precios récord indican un desplazamiento gradual en las estrategias estatales de gestión de reservas, con implicaciones directas sobre los contornos del orden monetario contemporáneo.


La tendencia fue anticipada por cambios en el comportamiento de los bancos centrales a partir de 2022, con énfasis en las economías emergentes y en los Estados sometidos a sanciones o tensiones geopolíticas. Los datos del World Gold Council indican que entre 2023 y 2024, la demanda oficial de oro alcanzó niveles récord. Entre los mayores compradores se encuentran China, Turquía, Kazajistán, Polonia y Singapur. La búsqueda de activos físicos y tangibles, con baja correlación con el sistema financiero global, se ha intensificado como estrategia para mitigar riesgos relacionados con la concentración cambiaria y la politización de las infraestructuras financieras.


La centralidad renovada del oro se justifica por sus propiedades materiales e institucionales. El activo no implica riesgo de crédito, es históricamente reconocido como reserva de valor y puede ser custodiado directamente por los Estados. A diferencia de los títulos denominados en monedas fiduciarias, el oro opera fuera del alcance de medidas coercitivas unilaterales. Su reciente valorización se correlaciona con eventos disruptivos y episodios de aumento del riesgo soberano, como destaca el Financial Stability Review del Banco Central Europeo.


El reposicionamiento de las reservas no se limita al metal precioso. A partir de la aprobación de los fondos cotizados en bolsa (ETFs) de Bitcoin en Estados Unidos en 2024, el criptoactivo comenzó a integrar las carteras de diversificación patrimonial de instituciones financieras de gran tamaño. Se trata de una inflexión regulatoria que amplió la legitimidad del Bitcoin como instrumento financiero, aunque su adopción como activo de reserva por parte de los bancos centrales sigue siendo marginal. Su atractivo proviene de atributos distintos: escasez programada, ausencia de autoridad emisora y operación descentralizada.


Aunque el Bitcoin no cumple con los criterios clásicos de reserva de valor, debido a su alta volatilidad, dependencia energética y vulnerabilidad cibernética, representa una respuesta política a la erosión de la confianza institucional. La desconfianza no solo refleja la crisis, sino que redefine los criterios utilizados en la elección de activos estratégicos. En regímenes de plena confianza, prevalecen la previsibilidad institucional y la liquidez. En contextos de fragmentación, cobran relevancia los atributos asociados a la autonomía y la protección frente a medidas coercitivas externas.


La composición de las reservas, en este contexto, deja de ser una decisión exclusivamente técnica y pasa a ejercer una función comunicativa. Transmite señales sobre el grado de alineamiento institucional, la tolerancia al riesgo y las formas de inserción internacional preferidas por cada Estado. En el caso brasileño, la gestión sigue anclada en activos denominados en dólares, con ajustes marginales hacia activos físicos como el oro. El Banco Central adopta una postura de moderación, guiada por la previsibilidad y la estabilidad institucional. Aun así, las iniciativas recientes indican una búsqueda gradual de instrumentos de mayor autonomía. La implementación del Real Digital (DREX), moneda digital emitida por el Banco Central, representa un paso en esa dirección. Aunque inicialmente orientado al sistema financiero interno, el DREX permite el desarrollo de infraestructuras de pago potencialmente conectables a arreglos regionales y transnacionales fuera del circuito dolarizado. Su impacto inmediato sobre las reservas es limitado, pero su lógica converge con el movimiento de desvinculación parcial de los intermediarios financieros tradicionales y con el fortalecimiento del control soberano sobre los flujos monetarios.


El contraste con los países que adoptaron estrategias de diversificación más asertivas evidencia que la política de reservas se ha consolidado como un componente de la política exterior. La elección entre activos tangibles, digitales o fiduciarios proyecta preferencias en cuanto a la gobernanza global, el régimen de sanciones y el grado de autonomía deseado. En este proceso, los activos de reserva dejan de funcionar como instrumentos neutros de gestión macroeconómica y pasan a reflejar disputas sobre la naturaleza de la autoridad monetaria.


La inestabilidad fiscal estadounidense, el uso del sistema financiero como instrumento de coerción y la amplificación de los riesgos geopolíticos han incentivado la reasignación de reservas hacia activos menos sujetos a la intervención externa. Las evidencias empíricas recientes apuntan a una reconfiguración de las carteras de los bancos centrales, con un protagonismo creciente de los activos tangibles y digitales como formas de protección frente a la fragmentación monetaria y la erosión de la confianza institucional.


La valorización del oro y la incorporación del Bitcoin no son fenómenos aislados. Señalan una reconfiguración más amplia del lenguaje del valor en la economía política internacional. En este nuevo entorno, las reservas internacionales adquieren el estatus de activo político. Así, su función trasciende la compensación de desequilibrios externos, involucrando proyecciones de identidad, señales de confiabilidad e incluso decisiones sobre los contornos de la autonomía estratégica. El debate sobre las reservas es, por lo tanto, inseparable de la discusión sobre el tipo de orden que los Estados están dispuestos a aceptar, así como de las formas en que pretenden protegerse cuando ese orden se vuelve inestable.


Referencias


Banco Central do Brasil. Estatísticas das reservas internacionais. Brasília: BCB, 2025. Disponível em: https://www.bcb.gov.br/content/publicacoes/relgestaoreservas/GESTAORESERVAS202503-relatorio_anual_reservas_internacionais_2025.pdf.


CoinDesk. Bitcoin Price Index & Market Report – April 2025. CoinDesk, 2025. Disponível em: https://www.coindesk.com/price/bitcoin.


European Central Bank. The role of gold and Bitcoin in financial stability. Financial Stability Review, Frankfurt: ECB, 2025. Disponível em: https://www.ecb.europa.eu/pub/financial-stability/fsr


Hudima, T.; Kamyshanskyi, V. Bitcoin in Central Bank Reserves: A New Dimension of the US-China Power Struggle. Socio-Economic Relations in the Digital Age, v. 12, n. 2, 2025. Disponível em: https://www.ser.net.ua/index.php/SER/article/view/601


Kendrick, G. Weekly crypto report: Shutdown, risk and bitcoin premium.

Standard Chartered Insights, 2025. Disponível em: https://www.sc.com/en/insights/


World Gold Council. Gold Demand Trends Q2 2025. London: WGC, 2025.


Deutsche Welle. O que está impulsionando as altas do ouro e do bitcoin? DW

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